lunes, abril 05, 2010

Perfume desvanecido

Viví un affaire en la buena Francia fraterna,
(linda landia de noble sabor),
de ideales de padre y bandera materna.
¡Libre Francia!, libre nuestro amor.
Como hiena manca,
río
por las noches en su
oído
y casto como pudoroso
le digo "apaga la luz".
(La apagó
sin que la temperatura bajara)
...
La enciende nuevamente y con sus manitos de libro
seca los vidrios empañados.
Sus brazos apoya en umbral y alféizar,
mientras de su desnudez saca la llave de las puertas de Toulouse
para entregármelas enhebradas en un llavero lila jacarandá de eterna libertad.
Con la sombra de sus cabellos dibuja en la muralla la figura del Faisán
cuando con manos y pies descubro su ciudad.
De su bolsillo saca un par de cigarrillos
y la atmósfera endurecida nos cobija nocherniegos
en fuertes medievales y castillos.
Coquetas cenizas aún al rojo me visten de Juglar;
con laúd de fuego, toxinas y papel a ser trovador juego.
-Permanece aquí-
como un rezo suena,
mientras muerde con los dientes una pizca de sus labios.
-Esto es para siempre-

-¿Puedes entenderme?

¿Puedes amor de puerto?
Debo irme.
No soy estafermo, fiel vasallo ni caballero de yelmo.
¡No soy espada ni ejército! No pertenezco a tu armamento.
En esta tierra no, a mi península prudente defensa-
Y tan pronto entiende mi bohemia
que me olvida y deja de hablar.
-Es hora de olvidar-
dice.

Adiós le grito cerrando las puertecitas de Toulouse
y en especial a tu luz que escasamente me iluminó.

Adiós
-Esto es para siempre-

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