lunes, julio 26, 2010

Siempre me preguntaba si el corredor de más adentro tenía alguna ventaja

Correr a la par
caer sobre su hombro
¿y si te dejo ganar?
abrazar
¿Y si eres obstáculo y relevo?,
no queda más que rendirse para no perder antes de la meta.

Y los círculos de colores
no son más que ferretes calientes que surcan la piel
dejando de ser brazaletes para poner a nuestros pies.
¡Aquellos círculos!, aquellos
"amarillos: los rayos del sol:
cuerdas, para llegar a las nubes
celestes;
y los verdes cayendo al suelo
y si me hiero la pierna rojo sangra.
Fondo blanco argolla negra
para no olvidar que todo nace de los polos"
En cambio,
"Amarillo: flama
celeste agua que amaga
verdes los musgos
rojo fuego de infierno.
Fondo blanco la vida sin nada,
argolla negra la muerte y su lazo"

Nadar sin bracear es ser pez sin aleta,
un pecado sin alevosía.
¿Por qué quiero esto? Se pregunta el atleta.
Y yo respondo al reflejo de la piscina
-porque hace mucho que anhelas traspasar la meta-
Quisiera yo ser un pecador obrero
y no sólo intenciones atrapadas en muchos peros.
Quisiera ser yo lo que fuiste todo este tiempo,
pero no seas el oxígeno que me falta si me estoy ahogando en la competencia.
Sólo sé lo que quieras
para ver más de lo que muestras.

Son las olimpiadas aéreas
trazadas sobre las nubes
nubes de absurdos evaporados
que pueden llover
-hacerse agua-
y dejarnos sin retos ni parapetos.
Son las olimpiadas aéreas.

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