lunes, julio 12, 2010

Coged las rosas


Los consejos de un hidalgo
loco y sin lecturas
queriendo ser héroe
ha perdido la cordura.
Aún así has de escucharle
buena amiga,
buen imbécil,
que de mentiras se obtienen verdades
y de verdades mentiras disfrazadas.

Esto ha de ser un nuevo paso de su tranco;
un capítulo imposible,
páginas por él vistas en blanco.
Pero Yo escritor os digo:
-ya he manchado en ellas vuestro fracaso-

Si ve en vuestros ojos cual franqueza y aún así se esconde,
es porque busca la otredad entre cuerdas que desenredar:
aventuras y pensamientos que no son de su porte,
-ni más grandes ni de cortes,
simplemente en vuestra talla no calzan:
vista gorda a vuestro porte-.
Tampoco son de un hombre
ni de mujer
ni de un dios,
son de alguien en cuya sustancia hay pares pero no dos.

La mano fría más verdadera que nada,
los ojos escondidos del sol ¡como las míos señor!:
de águila, bien profundos,
marrones y no de -marranos-.

Ojos confundidos en un charco
atrapan peces con anzuelo.
Escamados los labios que se han engolosinado
comiéndole la boca a este pescado.
Della son las espinas
porque vuestro cortejo atragantósele en la garganta,
de su presencia está harta.
-¡Dejad las dahlias!,
dejadla correr libre-.

Venga un rayo y me parta
si no he de estar dichoso y en gracia,
reptando por el suelo,
observándole inerte bajo escalas mentirosas.
Peldaños de sueños congregados en vigilias
han de subiros desde un turbio cieno como a un loto,
y cada vez quella escupe al atorarse con su insistencia,
os caéis al suelo porque la fantasía a la que estuvistéis aferrado, se ha roto.

-Cogito virgo rosa-,
susurraría entre tu herrería
entre metales retumbaría
yunque martillo estribo:
-Cogito virgo rosa-.
La vida es una sola:
¡coge las rosas!,
mientras estén en tus manos vivas,
que las manos van cerrándose
y la personalidad va decrépita.

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