viernes, octubre 09, 2009

Delirium Tremens

Locamente alborotado por el sonido de una canción
y la verborrea del rotulado del ron.
La felicidad ahora corre por las venas,
es una vida de amor y locura
y de medicina alternativa para borrar las penas.
Qué más da,
Qué me importa a mí el hígado
si matándolo salvo a mi corazón.

Los grados se vuelven burbujeantes en mi cabeza
y las botellas de vidrio suenan como rítmicas melodías.
No comparto con nadie por que nadie va a mi ritmo.
Dejo que la adicción se apodere de mi vida,
dejo mi cuerpo a merced de los sabores adultos
que ayudan a borrar ciertas sensaciones.

Prefiero desligarme de aquella responsabilidad
y de la carga que significa la existencia y sus supersticiones.

Señor, yo le juro que este es el último sorbo,
porque no hay más en la botella,
ni siquiera una gota para aumentar el morbo,
mucho menos plata en las carteras.
Debo resignarme... este es,
en conclusión, mi último trago,
amargo amargo amargo, suena y arde,
amargo por su sabor,
amargo por la sensación que deja,
amargo por saber que es el último,
amargo por el contexto.
Este es mi último trago
y desde aquí en adelante nunca más me embriago,
aunque deba encerrarme donde el ocio crece,
o someterme a los tiritones del delirium tremens.

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