Secando lágrimas y esforzando el corazón para compensar insignificantes latidos, terminé de leer historietas en las cuales fui antagonista y protagonista, y que fueron escritas con palabras que precisamente no salieron de mi boca, mucho menos de mi imaginación, si no que de oscuros e intrincados pasadizos de las retorcidas mentes de ene-amigos que dañaron mi ser para siempre y que interrumpieron etapas con interferencias imprudentes. Vi dibujos; bocetos trazados, por algún cruel d-Dios al cual agradecí incluso las lágrimas de sufrimiento y sacrificio pensando que de sus riegos nacerían -buenos frutos- (comprobando con el tiempo que manzanas podridas no eliminé con bautizo alguno).
Recuerdo esa forma de interactuar con lo más grande que mi mente ha creado (eso-ese que es una herida que no termina de cerrar, que sigue afectando la susceptibilidad del instinto de fe que hay en mí). Recuerdo la amistad -recíproca- que juré que había entre mí y aquel que estuvo para entretenerse y luego se marchó (ahora y después de mucho entiendo que el amor era mutuo... tan mutuo como cuando el diablo lo ama a él)
Y entonces de a poco me fui quedando solo. Olvidé a amigos que algún día tuve y que ya no están porque los abandoné entusiasmado con aquella relación que -prometía- (pero no cumplía). Hasta que un día inconsciente escribí en mi piel y para siempre, atravesando las reglas de la biología: "desolación".
Hoy, entre extorsiones y amenazas, volví a analizar lo que en un pasado hice. Hoy re-descubrí versos que habían sido olvidados, pero que han estado grabados todo este tiempo sin remedio.
"(...) Tus manos tan delgadas, sólo sirven para secar tu llanto,
tus ojos quieren decir algo, pero tus lágrimas no lo permiten.
Ya ni siquiera tu voz puede ser escuchada.
Creo que has hablado tanto sin que nadie te escuche que ya has perdido la esperanza y decidiste no hacerlo más.
Todos te ofrecen su ayuda, pero nadie te socorre.
Todos dicen palabras aladas, pero nadie te da alas para salir adelante.
Tanta miseria en una persona. Tanta desgracia en un solo ser."
Corrían tiempos difíciles y me apoyé en un falso pilar. Mi construcción se desmoronaba pero venía la mente constructora y edificaba nuevamente el adefesio.
Hoy los almacenes de mis recuerdos fueron saqueados voluntariamente para revitalizar mi vida. Hoy con una antorcha de luz iluminé oscuros escondrijos de los que ángeles ingratos se habían apoderado. Ya no hay falso pilar, ni un adefesio construído sobre él. Ahora mi pilar es lo más real que tengo: mi existencia. Ahora lo único que de eso queda son las malas sensaciones y esta carta reclamatoria. Y espero que todo suceda tal como algún día dije: "lo que el día no acabe, la noche lo termine".
Recuerdo esa forma de interactuar con lo más grande que mi mente ha creado (eso-ese que es una herida que no termina de cerrar, que sigue afectando la susceptibilidad del instinto de fe que hay en mí). Recuerdo la amistad -recíproca- que juré que había entre mí y aquel que estuvo para entretenerse y luego se marchó (ahora y después de mucho entiendo que el amor era mutuo... tan mutuo como cuando el diablo lo ama a él)
Y entonces de a poco me fui quedando solo. Olvidé a amigos que algún día tuve y que ya no están porque los abandoné entusiasmado con aquella relación que -prometía- (pero no cumplía). Hasta que un día inconsciente escribí en mi piel y para siempre, atravesando las reglas de la biología: "desolación".
Hoy, entre extorsiones y amenazas, volví a analizar lo que en un pasado hice. Hoy re-descubrí versos que habían sido olvidados, pero que han estado grabados todo este tiempo sin remedio.
"(...) Tus manos tan delgadas, sólo sirven para secar tu llanto,
tus ojos quieren decir algo, pero tus lágrimas no lo permiten.
Ya ni siquiera tu voz puede ser escuchada.
Creo que has hablado tanto sin que nadie te escuche que ya has perdido la esperanza y decidiste no hacerlo más.
Todos te ofrecen su ayuda, pero nadie te socorre.
Todos dicen palabras aladas, pero nadie te da alas para salir adelante.
Tanta miseria en una persona. Tanta desgracia en un solo ser."
Corrían tiempos difíciles y me apoyé en un falso pilar. Mi construcción se desmoronaba pero venía la mente constructora y edificaba nuevamente el adefesio.
Hoy los almacenes de mis recuerdos fueron saqueados voluntariamente para revitalizar mi vida. Hoy con una antorcha de luz iluminé oscuros escondrijos de los que ángeles ingratos se habían apoderado. Ya no hay falso pilar, ni un adefesio construído sobre él. Ahora mi pilar es lo más real que tengo: mi existencia. Ahora lo único que de eso queda son las malas sensaciones y esta carta reclamatoria. Y espero que todo suceda tal como algún día dije: "lo que el día no acabe, la noche lo termine".
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