sábado, noviembre 13, 2010

Compendio de invierno

Un montón de ideas que una noche trencé:


Bajé el telón
¿se acabó la faena?
el sol se ha enterrado bajo la arena
las lagunas enfurecidas, se han calmado
la vida sonríe y yo doy la espalda.
Ser feliz
la búsqueda eterna
sin retornos...
¡decían los cojos!
y -seguir al corazón- los mentirosos.
¡Corazones hay muchos! ¿Cuál escucho?
A ratos el mío, a veces los otros.
Ratos hay pocos, para mí
ratones por montones, para ti.
Soledad una sonrisa, frente al reflejo de mi esqueleto.
¿Cuánto peso más debo perder para que alguien me vea?
¿Por qué debo desaparecer para que alguien me note?
Ausencia,
carencia
(a eso le llamo eficiencia)
Parece ser cierto que no hay puertas para abrir en esta casa
y de todos modos de nada sirve tener sólo el umbral de una puerta
en las ruinas de una ciudad devastada por la monotonía.
Velocidad de la luz, he corrido bastante
he andado por el aire
olfateando alientos, algunos malos, otros bares
otros buenos. He andado por el fuego,
pies descalzos, pelo ceniza
¡una tarde de verano por favor,
para odiarme el calor!
Qué lástima lastimarse así la vida
en vez de ponerle cura o intentos:
indefenso
¡pero con colmillos!
Al borde del mar, barba y pelo largo,
tengo hambre, como; tengo sed, bebo; tengo sueño, duermo
¿y si tengo ganas de llorar?
no lloro ni bebo, río
-hacer lo necesario
basta para no necesitar nada más-
AMARSE, sólo para no mendigar el amor de los demás.
Lo único que necesito es morir en un puñado de letras.
¿Una musa,
o el amor de cualquiera?
No, requiero el engaño,
sin embargo, nadie tima si me he vuelto un extraño
un extraño incapaz de traspasar al papel su fluido
¿cómo escribir con gas o con agua?
Ya encontraré el método. Vomitar,
orinar, tantos otros.
Ahora, la verdad, sólo puedo escribir lo que sé
y mi ley: fui un estúpido al renunciar a todos mis errores
eterno joven,
quiero equivocarme sobre la piel de alguien
y dejar de murmurar en los oídos a los uniformados de un desfile:
¡álcense! convenzan a sus miedos
háganme una guerra -todos contra mí-
goloso
aventurero.
Jamás debí leer o estudiar sobre las faldas de alguien
ni escuchar la sabiduría de una visión extranjera,
¡es hermoso todo lo que piensan!
pero no son nueve meses de mi estómago a reventar,
no son mis pensamientos
no me hacen papá.
Yo necesito a mis muertos, mis huesos, mis navajas
(la poesía de rebaja)
¿Dónde escondí mis líricas?
quizás se fueron con tu música.
Te fuiste, te arrojé por la ventana. Te advertí soy capaz de hacerlo.
No iba a esperar toda una vida en el limbo con los querubines
que no conocen el ánimo de crecer. Aunque...
yo nací grande (carcajada) ¿puedo descubrir más de mí?
-lo dudo- Que alguien lo haga por mí,
porque el ocio ya me tomó entre sus brazos.

Una bacanal quizá, es lo que quiero
lo que quiero es la orgía de las letras.

Invierno de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario