Intensidad al tacto
monumento vistoso.
Las legiones románticas
me sostuvieron viscoso,
endeble. Corazón de porcelana.
Cuántos arqueros acertaron
para romperlo.
La amistad tensa
cristalina y tierna
minúscula sencillez
y mezcla de locura y realidad.
Imborrables marcas me dejarán
quienes me tocaron girando
y haciéndome girar. Me marearon,
me amaron, me vieron morir
y me resucitaron.
Amistad y amor carnal
una tijera los ha cortado distinto.
Amé más allá a quienes debí conservar,
y fui amigo de quienes debí desvestirme.
Inestable, la definición de mi alma.
Alas, que se baten en huracanes
y pequeñísimos movimientos
me vararon a orillas de un cieno.
Grato por quienes me recogieron como un bulto
y me arroparon en sus miradas fraternas.
Ingratos quienes me sumergieron en el barro,
subidos sobre mí para salvarse.
Jamás una persona sensible
esperaría tanta crueldad.
Debes madurar
sin perder sangre.
Debes saltar más allá de un brinco,
la vida es un salto de muerte segura.
Aunque a veces me enojé
creo que jamás perdí la calma.
Ella dijo que admiraba mi postura observadora,
sin saber que fue ella quien reconoció aquello
o b s e r v a n d o. Mirar bien y sin lupa,
para no causar alteraciones.
Un piano, mis dientes
quisieron morderte,
tocar melodías.
Tirité del frío
y agradezco estar abrigado ahora
por el halo de un inocente.
Ofrecí puentes
para unir visiones.
Aún pueden reconstruirse.
Ofrecí el álito maduro
a quien buscaba perder la niñez.
Lo ofrecí hasta donde fue correcto.
Ofrecí compartir lamentaciones
e inventar viajes a través del cosmos,
y conquisté el universo minúsculo de tu corazón.
Ofrecí ser el hijo de la luna
a quien en este periodo ha sido mi sol.
Nómadas cual gitanos
he visto nacer en -nosotros-
una amistad que estanca con su belleza
o puede impulsar.
Y ofrecí mi alma. Y la rechazaron.
Y ofrecí todo, lo entregué. Te olvidaste
y qué.
Gracias a la potencia de una tragedia
encontré abrazos en mi duelo.
Y con esos me quedo,
con lo mejor de este año.